Presentamos documental: Memorias del futuro
Recientemente hemos concluido el proyecto Memorias del futuro en tres municipios de la Sierra Norte de Madrid: Montejo de la Sierra, Lozoyuela-Navas-Sieteiglesias y Torremocha del Jarama. Realizado en colaboración con Cyclos, S. Coop. Mad. y la Fundación ‘la Caixa’.
Esta iniciativa nos ha permitido dialogar con personas mayores y jóvenes para escucharlas de cara a construir resiliencia para los escenarios ecológicamente adversos a los que nos encaminamos en las próximas décadas como nos aseguran desde la comunidad científica.
Fruto de esta escucha y reflexiones hemos elaborado la exposición y el documental MEMORIAS DEL FUTURO que nos invita a dialogar entre diferentes generaciones y culturas para generar resiliencia comunitaria, y por tanto, construir simultáneamente bienestar personal, social y ambiental.
Afrontar estos cambios se suele asociar a innovaciones tecnológicas que suele vincularse a juventud y modernización, tendiendo a localizarla mentalmente en entornos urbanos. Desde Garúa hemos apostado por escuchar a las personas de entornos rurales por su labor de custodios del territorio y por toda la cantidad de información y saberes que atesoran ligados al uso de la naturaleza.
Naturaleza que nos regala todo lo imprescindible para poder vivir y que se están perdiendo o deteriorando, y que serán fundamentales para la vida en las próximas décadas donde contaremos con menos energía disponible y recursos, incluida el agua potable.
La juventud serrana nos ha transmitido sus agobios e inquietudes ante este futuro incierto que barruntan con temor, agobio y ansiedad. Pero también nos han contagiado la ilusión de poder cambiar algunas cosas, que además les harían más felices.
Y dialogando entre jóvenes y mayores se dieron cuenta que la gente mayor, quizá, y solo quizá, fue algo más feliz a pesar de contar con menos recursos y más obligaciones. Las personas jóvenes percibieron como sus mayores lo tuvieron mucho más difícil de lo que se imaginaban y les hizo reflexionar sobre la cantidad de necesidades superfluas que padecen.
Las personas mayores nos contaron que vivieron momentos muy difíciles y complicados en su infancia y juventud, por la precariedad de la época, lo que les hizo alimentarse con una dieta más humilde y homogénea, tener menos cantidad de ropa, calzado, juguetes, opciones de ocio en su poco tiempo libre, y menos escuela, pues sólo iban hasta los 12 años, lo que les hizo tener muchas menos opciones de elegir su destino laboral, y que éste estuviera marcado por interminables jornadas de trabajo.
Pero a pesar de todo ello pudieron gozar de grandes momentos de felicidad como así recuerdan por la vida en comunidad que tuvieron, que va mucho más allá de compartir un espacio físico. Para todas ellas y ellos es ayudarse sin tener que pedirlo, es compartir aquello que tienes para asegurar la supervivencia de todo el mundo, y por tanto, es sentirse interdependiente. Un valor que la gente joven dice no sentir, pues cada cual “va a lo suyo”, y “solo se ayudan entre los más amigos o amigas”.
Y también nos contaron cómo vivir en contacto directo con la Naturaleza, les posibilitó desarrollar un amor especial por su entorno, y por tanto sentirse parte de esa naturaleza que les facilitó vivir de todo lo que les ofrecían sus ecosistemas, siendo conscientes de su ecodependencia, mientras que para la gente joven, la Naturaleza es solo un espacio donde poder relajarse y estar a gusto.