Desde GARÚA participamos de esta investigación para avanzar en el debate de las relaciones entre emergencia climática y trabajo, coordinada por Ecologistas en Acción, con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica. El objetivo de este informe es explorar el vínculo entre el trabajo (y dentro de él, el empleo) y las emisiones GEI, y contrastar los resultados con el Plan Nacional de Clima y Energía (PNIEC). Para ello, ha desarrollado una modelización de tres posibles escenarios futuros.
El conjunto acumulativo de esta devastación ecológica y este nuevo marco económico-institucional ha dado lugar a una profunda crisis ecosocial, en la que al cambio climático se le une la pérdida de biodiversidad, los límites de disponibilidad material y de recursos energéticos fósiles, la pérdida de suelo fértil, la crisis de los cuidados, la falta de autonomía material y económica, y un largo etcétera.
Ante este escenario, no es extraño que el consenso en torno a la necesidad de reducir las emisiones globales de GEI esté cada vez más extendido. Pero una pregunta surge inevitablemente, ¿qué implica esta reducción para nuestra organización económica, nuestro sistema político o nuestros modos de vida? El objetivo de este informe es explorar el vínculo entre el trabajo (y dentro de él, el empleo) y las emisiones GEI. En este informe se desarrolla una modelización de escenarios que permite explorar, cualitativa y cuantitativamente, qué tipo de transformaciones en el trabajo tendrían que acompañar a la necesaria y urgente reducción de emisiones.
Tras caracterizar brevemente el escenario de crisis socioecológica en la que nos encontramos inmersos, abordamos una breve reflexión sobre el papel y la naturaleza del trabajo en las sociedades contemporáneas con dos ideas fuerza. La primera, que el trabajo de sostenimiento de la vida (los cuidados) se encuentra sistemáticamente invisibilizado y desigualmente repartido. De hecho, la suma de los trabajos cuidados remunerados (8% del total de horas de trabajo) y no remunerados (53% del total) supone, la mayoría de horas trabajadas en el país. El conjunto del trabajo remunerado, el único que normalmente se contabiliza y, además, el que goza de mayor visibilidad y prestigio, supone menos de la mitad (39%) de todas las que se realizan.
De aquí se deriva que es conveniente dejar de privilegiar la noción de empleo a la hora de pensar en una transformación del trabajo. Si se quiere reflexionar en cómo repartir de manera justa la actividad social en un escenario de transformación ecosocial, conviene más pensar en mediciones del trabajo en base a horas dedicadas a actividades productivas, y reproductivas. De este modo, todas las labores necesarias para el sostenimiento social pueden ser estudiadas en pie de igualdad.
La segunda idea fuerza es que el empleo desempeña un papel determinante en la organización socioeconómica capitalista. El funcionamiento de este sistema conlleva, inevitablemente, la degeneración de los ecosistemas. Por tanto, el horizonte de transición ecosocial debe plantearse la superación del capitalismo y, con ello, el cuestionamiento del modelo de relación que le es característico, el empleo. De este modo, desde esta mirada, también es fundamental hacer una valoración general de todos los trabajos que se realizan en la sociedad y no solo de los empleos.
Partiendo de estas bases nos dispusimos a construir dos escenarios que exploraran diferentes vías económico-institucionales para materializar la reducción de emisiones GEI necesaria en la década 2020-2030. En primer lugar, el escenario Green New Deal (GND) que detallamos supondría una estrategia institucional para llevar a cabo un movimiento doble. Por un lado, una modernización ecológica de alta tecnología que estimulara sectores económicos como el de las energías renovables industriales, las TIC o la eficiencia energética (aunque también otros como la agroecología) para dar lugar a una descarbonización rápida. Por otro, la reconstrucción de un Estado social fuerte que liderara dicha transformación y construyera un marco de juego neokeynesiano en el que desarrollarla. Esta estrategia no sería finalista, sino que tendría como objetivo abrir la puerta de transformaciones sociales y económicas ulteriores más profundas.
Al segundo escenario lo hemos denominado Decrecimiento (D). Su supuesto básico es que es necesaria, deseable e inevitable una reducción robusta del consumo de energía y materiales en las sociedades contemporáneas. Reducción que tiene que realizarse con criterios de justicia y favorecer la construcción de autonomía social. Así, la reducción de emisiones GEI provendría de la construcción de economías más rurales, locales y destecnologizadas. Una transformación económica que se enmarcaría en una transformación política profunda que caminara en la dirección de romper nuestra dependencia total del mercado y del Estado, apostando por la desalarización y por la construcción de autonomía política y material.
A estos dos escenarios se les unió un tercero, el Bussines as usual (BAU). Éste supone, básicamente, una continuación suave de las dinámicas ya en marcha. Nos ha permitido evaluar hacia donde nos dirigimos si no tomamos medidas y comparar dicho punto de llegada con las perspectivas dibujadas por nuestros dos escenarios de descarbonización, así como con el PNIEC.
Estos tres escenarios se han introducido en un modelo informático diseñado ex-profeso para esta investigación. Las bases del modelo son las siguientes:
- La relación entre emisiones y tiempo de trabajo permanece aproximadamente constante en cada una de las ramas de actividad que hemos definido para la próxima década. En todo caso, algunos subsectores de actividad sí han requerido ajustes en este cociente para reflejar aumentos de eficiencia, reducciones del consumo, procesos de desindustrialización o reconversiones.
- La evolución de cada uno de los subsectores de actividad es independiente de la del resto, excepto en algunos casos en los que existen acoplamientos (por ejemplo, con la disponibilidad de energía eléctrica).
- La evolución de cada subsector está sujeta a unos máximos y mínimos definidos, salvo excepciones, a partir de las series históricas de crecimiento de cada subsector.
A partir de aquí, obtuvimos datos sobre horas de trabajo y emisiones tanto para el caso BAU como para los escenarios GND y D.
Las conclusiones que hemos obtenido a partir del análisis de nuestros tres escenarios se podrían resumir en los siguientes puntos:
- El escenario BAU es incompatible con cualquier intento de encarar la emergencia climática, pues implica un importante incremento de las emisiones (21%). Las posibles ganancias en horas de trabajo remunerado que se obtienen en este escenario (13%) producirían un agravamiento de las crisis ecosocial que las haría, por tanto, ambientalmente imposibles.
- En términos climáticos, el escenario GND avanza en la dirección correcta, pero algo despacio (reducción del 55% de emisiones GEI contando con las absorciones), y es poco compatible con una idea de justicia climática global. El escenario D, por el contrario, logra alcanzar un nivel de reducción de emisiones necesario y climáticamente justo en términos globales (reducción del 80% contabilizando las absorciones). Ambos escenarios son más ambiciosos que las reducciones planteadas por el PNIEC.
- En términos de estructura productiva, el escenario D es el más disruptivo: la economía española entraría en un proceso de contracción y primarización significativo, por más que los sectores secundario y terciario seguirían siendo mayoritarios. La matriz productiva del escenario GND se parece más a la actual, aunque con un peso mayor de la energía, el sector público de cuidados (Estado social) y las nuevas tecnologías. También existen similitudes entre ambos escenarios: nuestro modelo arroja datos que permiten afirmar que la imagen de un GND de placas solares, coche eléctrico y sociedad de consumo sostenible es inviable. La triada coche-avión-carne debe ser puesta en cuestión también en un modelo GND que quiera ser sostenible.
- En términos laborales, el GND ofrece oportunidades importantes para una expansión del empleo compatible con una reducción sustancial de las emisiones. Nuestros resultados nos hablan de un millón de empleos nuevos bajo el marco del mercado laboral actualmente existente, y casi cinco en un mercado laboral en el que la jornada laboral se circunscribiera a 30 horas semanales y el trabajo se repartiese de forma equitativa entre la población activa. En el escenario D, la ambición en la reducción de emisiones iría ligada a una pérdida neta de empleo si no se modifica de forma sustancial el mercado de trabajo. En concreto, hablaríamos la pérdida de dos millones de empleos en el actual mercado, y una ganancia de un millón trescientos mil con jornadas de 30 horas. En todo caso, en este último se abren nuevos espacios para construir sociedades autónomas no capitalistas cuyo potencial para la sostenibilidad, la justicia y la libertad es notablemente mayor. En este aspecto, no hemos podido comparar nuestros resultados con los del PNIEC al ser nuestro campo de análisis más amplio y con una metodología distinta.
- Ambos escenarios van a enfrentar restricciones similares en su traducción práctica, pero más acentuadas en el caso del D: resistencias al cambio de los intereses creados y de las lógicas estructurales que hoy gobiernan la sociedad moderna. A la vez, se pueden abrir más oportunidades políticas para su desarrollo conforme avance la crisis socioecológica, en este caso es posible que más en el escenario D que en el GND.
Pese a sus diferencias, ambos escenarios, GND y D, apuntan en una misma dirección: un incremento del actual mercado laboral y una expansión de los beneficios empresariales implica una plaza segura en la catástrofe ecológica. Un giro decidido en el rumbo de las sociedades capitalistas industriales no es ya únicamente deseable, sino imprescindible.
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